Hablar de educación alimentaria puede resultar un poco confuso. Sobre todo si pensamos en ello de forma práctica. Por eso, hoy quiero hablarte del caso de María y cómo, al igual que ella, puedes mejorar tu alimentación sin esfuerzo.
María (nombre ficticio por protección de datos) contactó conmigo para ayudarle a poner orden en su alimentación, ya que se le estaba yendo de las manos. ¿Cómo trabajamos sus hábitos y su alimentación mediante la educación alimentaria? Te cuento, pero antes te pongo en contexto.
ANTECEDENTES
Aunque María reconocía que dormía y descansaba 8 horas diarias, el resto de sus hábitos no estaban siendo tan buenos. Tenía un trabajo sedentario y con horario partido, por lo que tenía que llevarse la comida al trabajo. Además, una semana al mes la carga de trabajo era mayor y llegaba a casa más tarde, lo que le estaba ocasionando mayor estrés. Esto le hacía sentir más ansiedad por la comida, y tener episodios de atracones por la noche.

No creía en dietas. Ya anteriormente había realizado algunas de tipo hipocalórico y disociativas (no mezclar esto con lo otro). Esta vez quería algo diferente. Que no tuviese que depender de una hoja como antes había hecho, ni le llevase a tener más ansiedad.
Un obstáculo que existía, o que ella creía así, era la cocina. No le gustaba cocinar. En su casa esta tarea recaía más en su pareja.
Por el contrario, la vida social no era problema porque alcohol apenas tomaba, de hacerlo, era una copa de vino de forma ocasional.
OBJETIVOS CLAROS
Si tú también estás preguntandote cómo mejorar tu alimentación sin esfuerzo lo primero que tienes que tener claro son qué objetivos tienes.
Para comenzar a hacer cambios debemos primero preguntarnos, ¿desde dónde parto? y ¿dónde quiero llegar?
Por eso, con María lo primero que hicimos fue tener claro y redactar el plan de acción para saber cuál era el objetivo a conseguir. Pero no solo eso, sino que trabajamos en descubrir cuáles eran sus verdaderas motivaciones para llevarlo a cabo. Este punto yo lo considero MUY importante, ya que es necesario para no abandonar por el camino.
Además, planteamos los posibles obstáculos que podían aparecer durante el proceso de mejora de hábitos y llenarse de herramientas para hacer frente en caso de que se dieran.
MEJORANDO SU ALIMENTACIÓN SIN ESFUERZO
Una vez que teníamos la hoja de ruta del proceso, empezamos a trabajar en los cambios a realizar. En cada sesión que nos vimos nos centramos en un cambio, así hasta la siguiente vez que nos viésemos, se iba poniendo el foco en una mejora.
Uno de los mayores errores que se cometen al querer adelgazar o cambiar hábitos, y por lo que fracasan las dietas es por adaptarte tú a la dieta y no al revés, y por querer hacer todos los cambios a la vez.
Dicho esto, durante las sesiones que nos vimos María:
- Fue incorporando más variedad de alimentos en el plato en las proporciones y cantidades adecuadas.
- Tuvo opciones y alternativas saludables para llevarse al trabajo, sobre todo cuando le apetecía comer dulce.
- Aprendió a planificar el menú semanal adaptándolo al ritmo y gustos de la familia.
- Trabajamos el etiquetado para hacer una compra más saludable.
- Aunque la cocina no era lo suyo, vimos e hicimos lista de más ideas, para no aburrirse, de ensaladas (algo que le gustaba mucho y a lo que recurría mucho), y de desayunos.
- Desmentimos creencias limitantes y mitos que tenía sobre alimentación.
- Trabajamos en un par de sesiones el hambre emocional por sus episodios de atracones y ansiedad por comer.

En este punto me gustaría hacer un inciso. Con María esta parte le atormentaba mucho porque no conseguía controlarlo y le creaba mucha frustración. En muchos casos, al tratarse de comida pensamos que la solución es controlarlo aún más a base de dietas estrictas. Esto lo que genera es más ansiedad y hambre emocional. Por eso, estoy feliz porque en este caso, María buscó otras soluciones. Y en su caso, conseguió identificar aquellas situaciones que le despertaban ese hambre emocional y su necesidad, real para buscar alternativas más saludables.
Pero aprender a gestionar de forma adecuada las emociones es tarea de otro profesional, el psicólogo. Por suerte, María ya venía trabajando con el suyo que por otro lado, y al ver esta parte en consulta, pudo comentarlo y trabajarlo con él.
RESULTADOS DESPUÉS DEL AÑO
Cuando decides optar por esta metodología, es decir, aprender a comer y apostar por la educación alimentaria, los resultados no son rápidos.
Aquí se lleva más el «sin prisa pero sin pausa«. Es decir, se hacen pequeños cambios, que no te suponen esfuerzo ni sacrificio, pero que por ello, puedes mantenerlo.
Aunque María empezó a notar mucha mejoría durante las sesiones, hace unas semanas nos encontramos en el barrio. Se ve muy bien y se acuerda mucho de mi. Está muy contenta pues aunque hubiese pasado ya un año ha mejorado mucho sus hábitos. De hecho, ha conseguido eliminar el azúcar de su alimentación del todo y no lo echa de menos. Sigue comiendo de forma saludable y disfrutando de ello.
Pese a que el peso no era un objetivo prioritario, ha ido adelgazando, pero reconoce que no es algo que le preocupe demasiado, porque sobre todo se siente bien, con más energía que antes, mejores digestiones, sin sufrir por lo que come o no come. Se siente viva. María ya sabe porqué es bueno ir al nutricionista.

¿Te has planteado cómo mejorar tu alimentación sin esfuerzo? ¿Quieres verte y sentirte como María? Si lo has intentado por tu cuenta pero no ha funcionado, si no sabes por dónde empezar, o quieres desterrar las dietas para siempre, ponte en contacto conmigo aquí.